Me uno a todos vosotros en el día de la fiesta de San Juan de Dios, nuestro Patrono y Fundador y os envío mi felicitación y mis mejores deseos de fraternidad y hospitalidad a toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios. Estoy seguro que la habéis preparado con esmero y os invito a celebrarla con mucha alegría.
El lema que guía nuestros Capítulos es “Vivir la hospitalidad con esperanza y audacia”. Un lema muy en línea con las palabras del Papa Francisco en varios de sus discursos y escritos, en concreto en la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium nos dice: “Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada. ¡No nos dejemos robar la fuerza misionera” (109). Con estas actitudes hemos de afrontar el presente y el futuro próximo, para dar la respuesta oportuna que el Señor, la Iglesia y el mundo de hoy nos piden.
En San Juan de Dios encontramos la inspiración y el ejemplo de quien afrontó la llamada del Espíritu en su vida, con fe, con esperanza y con audacia. De la nada levantó una obra de hospitalidad para los enfermos, pobres y necesitados, con la estrategia del amor, el servicio y la entrega sin límites.
En este sentido deseo recordar un momento significativo de la vida de Juan de Dios, que en la actualidad es especialmente importante para la vida de la Orden. Me refiero al momento posterior a su conversión y estancia en el Hospital Real, donde fue internado por loco. Al salir y bajo la guía de San Juan de Ávila, visitó Guadalupe y a su regreso pasó por Baeza para ver al Maestro Ávila. Después de estar unos días con él le dijo:
“Hermano Ioan, cumple que volvais a Granada, donde fuistes llamado del Señor, y él, que sabe vuestra intención y deseo, os encaminará el modo como le habéis de servir; tenedle siempre delante en todas vuestras cosas...” (Castro XI)
Juan volvió contento a Granada, sin otras armas que su fe y confianza en Dios, su esperanza en las indicaciones del Maestro Ávila y la audacia, de quien comienza una misión con toda la ilusión y convencimiento. Pero sus inicios no fueron fáciles, como nos dice su biógrafo Castro. Los miedos y la verguenza de hecho lo paralizaron los primeros días, hasta que pudo vencerlas, porque la fuerza de Dios que habitaba en èl era mucho más fuerte.
Este hecho de la vida de nuestro Fundador nos inspira y nos ayuda en la actualidad a toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios. El Señor nos llama y nos envía a todos, Hermanos, Colaboradores, Comunidades y Provincias a Volver a Granada. Evidentemente Granada es para cada uno nuestra propia realidad donde nos envía el Señor. Con frecuencia somos tentados por el cansancio, por los miedos, por nuestras propias limitaciones y por otras muchas causas. Puede ser incluso que como Juan sintamos verguenza e impotencia para responder a la llamada del Señor. Pero en él encontramos también el testimonio de que es posible vencer todo ello y entrar en nuestra Granada particular. Allí donde el Señor nos envía. No es posible dar marcha atrás.
Especialmente me parece relevante esta llamada para las Provincias y otras entidades de la Orden. No es momento para dudar, ni dejar pasar el tiempo pasivamente, ni encerrarnos en lo que nos da seguridad. Es el momento de volver a Granada, de redescubrir la misión y las estructuras necesarias para realizarla. Es el momento de ser audaces y renovar la esperanza y el optimismo del don que hemos recibido. Puede que en ocasiones nos resulte dificil, si, pero nada ni nadie debe desviarnos de nuestro camino para llegar allí donde se nos espera, para seguir dando frutos de hospitalidad.
He querido compartir con todos vosotros esta breve reflexión que me sugiere San Juan de Dios en ese momento de su vida. Creo que puede ser iluminador e inspirador para el tiempo que vivimos y el momento concreto de nuestros Capítulos Provinciales. Os invito a pensar y a profundizar en él, también desde la oración, seguro que a todos nos hará mucho bien.
A todos de nuevo mi felicitación y mi deseo de que paséis un feliz día de San Juan de Dios. Tengamos en este día presentes de forma especial a todos los enfermos, pobres y necesitados, a todas las víctimas de la violencia, el hambre y la miseria. Sigamos orando por el buen desarrollo de los Capítulos Provinciales de la Orden. Pidamos al Señor la esperanza y la audacia necesaria para seguir manifestando la hospitalidad según el espíritu de San Juan de Dios.
Unidos en el Señor y en San Juan de Dios, recibid un saludo fraterno
Hno. Jesús Etayo
Superior General de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios
Fuente: Curia de Roma OH.
En San Juan de Dios encontramos la inspiración y el ejemplo de quien afrontó la llamada del Espíritu en su vida, con fe, con esperanza y con audacia. De la nada levantó una obra de hospitalidad para los enfermos, pobres y necesitados, con la estrategia del amor, el servicio y la entrega sin límites.
En este sentido deseo recordar un momento significativo de la vida de Juan de Dios, que en la actualidad es especialmente importante para la vida de la Orden. Me refiero al momento posterior a su conversión y estancia en el Hospital Real, donde fue internado por loco. Al salir y bajo la guía de San Juan de Ávila, visitó Guadalupe y a su regreso pasó por Baeza para ver al Maestro Ávila. Después de estar unos días con él le dijo:
“Hermano Ioan, cumple que volvais a Granada, donde fuistes llamado del Señor, y él, que sabe vuestra intención y deseo, os encaminará el modo como le habéis de servir; tenedle siempre delante en todas vuestras cosas...” (Castro XI)
Juan volvió contento a Granada, sin otras armas que su fe y confianza en Dios, su esperanza en las indicaciones del Maestro Ávila y la audacia, de quien comienza una misión con toda la ilusión y convencimiento. Pero sus inicios no fueron fáciles, como nos dice su biógrafo Castro. Los miedos y la verguenza de hecho lo paralizaron los primeros días, hasta que pudo vencerlas, porque la fuerza de Dios que habitaba en èl era mucho más fuerte.
Este hecho de la vida de nuestro Fundador nos inspira y nos ayuda en la actualidad a toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios. El Señor nos llama y nos envía a todos, Hermanos, Colaboradores, Comunidades y Provincias a Volver a Granada. Evidentemente Granada es para cada uno nuestra propia realidad donde nos envía el Señor. Con frecuencia somos tentados por el cansancio, por los miedos, por nuestras propias limitaciones y por otras muchas causas. Puede ser incluso que como Juan sintamos verguenza e impotencia para responder a la llamada del Señor. Pero en él encontramos también el testimonio de que es posible vencer todo ello y entrar en nuestra Granada particular. Allí donde el Señor nos envía. No es posible dar marcha atrás.
Especialmente me parece relevante esta llamada para las Provincias y otras entidades de la Orden. No es momento para dudar, ni dejar pasar el tiempo pasivamente, ni encerrarnos en lo que nos da seguridad. Es el momento de volver a Granada, de redescubrir la misión y las estructuras necesarias para realizarla. Es el momento de ser audaces y renovar la esperanza y el optimismo del don que hemos recibido. Puede que en ocasiones nos resulte dificil, si, pero nada ni nadie debe desviarnos de nuestro camino para llegar allí donde se nos espera, para seguir dando frutos de hospitalidad.
He querido compartir con todos vosotros esta breve reflexión que me sugiere San Juan de Dios en ese momento de su vida. Creo que puede ser iluminador e inspirador para el tiempo que vivimos y el momento concreto de nuestros Capítulos Provinciales. Os invito a pensar y a profundizar en él, también desde la oración, seguro que a todos nos hará mucho bien.
A todos de nuevo mi felicitación y mi deseo de que paséis un feliz día de San Juan de Dios. Tengamos en este día presentes de forma especial a todos los enfermos, pobres y necesitados, a todas las víctimas de la violencia, el hambre y la miseria. Sigamos orando por el buen desarrollo de los Capítulos Provinciales de la Orden. Pidamos al Señor la esperanza y la audacia necesaria para seguir manifestando la hospitalidad según el espíritu de San Juan de Dios.
Unidos en el Señor y en San Juan de Dios, recibid un saludo fraterno
Hno. Jesús Etayo
Superior General de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios
Fuente: Curia de Roma OH.
